Curso de Botánica
Presentación
Anatomía vegetal
Taxonomía vegetal
Adaptaciones vegetales
Sucesiones vegetales
Vegetación de la península Ibérica
Itinerarios botánicos
Introducción
Albelda
Castillonroy
Baldellou
Congosto de Baldellou
Purroy de la Solana
Barranco de Gabasa
Peralta de la Sal
San Esteban de Litera
Azanuy
Alcolea de Cinca
ADAPTACIONES VEGETALES.
Este capítulo está dedicado a la relación entre botánica, ecología y evolución. Aquí encontrarás:
1-FACTORES DEL BIOTOPO QUE AFECTAN A LA VEGETACIÓN
2-ADAPTACIONES PRESENTES EN LAS PLANTAS
1- FACTORES DEL BIOTOPO QUE AFECTAN A LA VEGETACIÓN
El clima.
Es sin duda el factor más determinante en las características de la flora de una determinada región. En la Península hay que contar, por ejemplo, con que al adentrarnos hacia el interior, la influencia marítima se hace cada vez más escasa y se acentúa el carácter continental del clima; los inviernos se hacen más fríos, los veranos más cálidos y el ambiente en general menos favorable para la vida vegetal. En las montañas, a medida que aumenta la altitud, va disminuyendo la temperatura e incrementándose las precipitaciones. Ello se traduce en un cambio de vegetación análogo al que se observa al subir en latitud. Se puede apreciar así una alternancia de pisos de vegetación que comienza con bosques de hoja perenne, seguidos por bosques caducifolios o semicaducifolios, y éstos por coníferas y matorrales pulvinulares de alta montaña. También los contrastes de vegetación entre la umbría y la solana de una montaña es a veces espectacular debido a las considerables diferencias de temperatura y humedad.
El suelo.
La despensa de agua, nutrientes y microporos necesarios para alimentar a las plantas se encuentran por debajo de la superficie del terreno. Por eso, es necesario atender a este aspecto para comprender las distintas formaciones vegetales. Al mismo tiempo, la vegetación afecta al proceso de formación del suelo, reteniendo el agua, evitando la erosión o fragmentando la roca cuando las raíces se introducen en sus grietas, por ejemplo. Son factores que interactúan entre sí.
El suelo se forma a partir del sustrato mineral y el aporte de materia orgánica transformada en humus por multitud de invertebrados, hongos y bacterias. En los suelos más desarrollados se pueden apreciar diversas capas u horizontes.
El suelo de un bosque de frondosas es mucho más rico que el de un pinar o el de un matorral debido a la gran cantidad de hojarasca. El manto de acículas de los suelos de pinar es mucho menos atacado por invertebrados y son los hongos los que digieren los restos vegetales llenos de resinas y sustancias aromáticas, lo que produce un líquido lixiviado ácido que arrastra hasta las zonas profundas el humus con muchos elementos minerales de interés para los árboles. Ese lixiviado disgrega más la roca y se incrementa el volumen de suelo donde pueden penetrar las raíces.
Las comunidades edáficas tienen representantes de todos los reinos de seres vivos. El nivel del suelo llamado rizosfera, está colonizado por los órganos subterráneos de las plantas. Bacterias, hongos y protistas constituyen la microflora edáfica. Las bacterias pueden suponer una densidad de varios miles de millones por gramo de suelo, muy superior a la de los hongos. Los invertebrados tienen amplia representación: anélidos, rotíferos, nemátodos, insectos, arácnidos, miriápodos (ciempiés y milpiés) y moluscos (caracoles y babosas). Todos ellos colaboran en el cierre del ciclo de la materia, transformando las características físicas del suelo, descomponiéndolo, mineralizando la materia orgánica, y disponiéndola para ser absorbida por los vegetales. Entre los vertebrados, se encuentran presentes los animales excavadores: topos, conejos y diferentes especies de roedores. Estos animales influyen favorablemente en el sustrato realizando excavaciones y galerías.
Pero, dentro de la fauna edáfica, las lombrices de tierra son los animales que contribuyen en mayor medida a la formación de un suelo evolucionado. Existen más de 1000 especies adaptadas a distintas profundidades y tipos de vegetación. Continuamente cavan galerías por las que se desplazan y para ello van tragando tierra y la expulsan por detrás en forma de bolitas. Al mezclar la tierra en el estómago con los restos vegetales forman complejos arcillo-húmicos que quedan muy enriquecidos en bacterias y éstas prosiguen la digestión de la materia orgánica después de excretada, logrando que se forme humus, el mejor fertilizante. Cuando el ambiente es húmedo, suben a la superficie y recogen hojas que introducen en las galerías a la vez que suben tierra de las zonas profundas y la dejan en montoncitos característicos. De esta forma, movilizan la materia orgánica hacia el interior. A su vez, la red de galerías esponja mucho el suelo. Esa red es el gran almacén de agua y aire donde viven infinidad de invertebrados y sirven de camino para que penetren las raíces de las plantas que sino no podrían hacerlo debido a la excesiva dureza y a la falta de agua.
Otros aspectos del terreno.
Otro factor importante para comprender la distribución de especies es el tipo de sustrato. Se pueden distinguir claramente dos clases de terreno, los que dan suelos ácidos, constituidos por rocas silíceas como granitos, gnéises, cuarcitas, pizarras, esquistos, areniscas y conglomerados de matriz silícea, y los que dan suelos básicos, más o menos ricos en cal, que corresponden a calizas, dolomías, margas, tobas, conglomerados de matriz calcárea y otras rocas carbonatadas. Hay plantas indiferentes a la naturaleza química del sustrato pero otras muchas, requieren para su desarrollo uno de los dos tipos mencionados y otras, muestran una marcada preferencia por alguno de ellos. En nuestro caso dominan los terrenos calizos.
También tiene gran importancia la diferente permeabilidad de las calizas en comparación con las rocas de silicatos. El agua, junto al dióxido de carbono del aire, solubiliza las calizas al transformarlas en bicarbonato y, por eso, el agua se filtra por fenómenos cársticos hasta encontrar una capa arcillosa impermeable. Como consecuencia, los suelos son habitualmente más secos, con el efecto consiguiente sobre la falta de regulación térmica y el mayor calentamiento de suelos y rocas.
En las zonas de montaña, la exposición y la pendiente son factores decisivos para la vida de las plantas. Los vegetales de solana reciben una mayor insolación y esto se traduce en temperaturas más elevadas durante el día pero también en un mayor contraste entre máximas y mínimas. Las altas temperaturas suponen a su vez una gran desecación y, si esto se une a pendientes acusadas que favorecen la escorrentía superficial, disminuye la disponibilidad de agua. Con lo que las plantas de laderas soleadas deben entrar en reposo vegetativo con mucha frecuencia y, en cuestión de horas, pasar de ritmos activos a metabolismos ralentizados.